miércoles, 16 de noviembre de 2011

Se avecinan tempestades, terremotos y huracanes.

Las puertas del infierno se abrieron esa misma noche, la misma en la cual se desencadenaria la interminable historia. Sus manos y su mirada no paraban de incitarme tan sólo un segundo, mi cabeza era un caos total, sabiendo mi presente y las consecuencias que tendría. Sabiendo que yo tenía novia, y que ella también, a km de distancia pero una al fin. Supongo que en primera instancia eso me había hecho retroceder a pasos agigantados. Había una gigantesca roca en mi camino y barreras puesta en el mismo por mis caprichos o los de ella. La noche crecía, las luces se desvanecieron hasta llegar a su fin, el principio del huracán estaba por comenzar. Su cuerpo se acercaba cada vez a mí, sus labios susurraban en mis oídos cuentos tontos para acercarse lentamente a mi boca. Ella tenía las riendas del juego, toda la situación contralada a su gusto. Las horas pasaban, mis labios ya estaban sobre los suyos,  no podían dejar su boca, mis manos no cesaban de tocar su sedoso cabello. El amanecer comenzaba a iluminarse por aquella pequeña ventana, el calor empezaba a invadir la habitación; todos aquellos ojos permanecían cerrados, nadie se habia percatado de ninguna situación, o simplemente, prefirieron simular dormir.

domingo, 3 de abril de 2011

Nunca es suficiente.

Su madre me atendió, con una sonrisa, le pregunté por ella a lo cuál me respondió que se había ido a la casa de una amiga, que vivía a 7 cuadras de allí; me incitó a que fuera a buscarla, pero ya era demasiado. No me podía sentir de manera más rídicula que aquella, sentía que simplemente, no le importaba ni un poco, menos de lo que creía importarle. Sabía que yo iba a estar allí tocandole el timbre de su casa a las 5.30, pero prefirió marcharse antes que verme. Me fui para la casa de una amiga, que también quedaba a 7 cuadras de su casa, a mitad de cuadra de donde ella estaría con su otra amiga. Me abrió la puerta y entré, fuimos hacia la computadora y la ví hablando con ella, pero no quería preguntarle, ya me sentía muy mal como para seguir haciéndome ilusiones. Supuestamente, ella había preguntado por mí, quería verme, invitarme esa noche a su cumpleaños, pero nunca nadie me avisó; prefirieron decirle que "no sabían nada de mí" mientras que yo estaba al lado de esa estúpida computadora esperando que alguien me dijese algo para calmarme. Pero nunca lo hicieron. Simplemente, me dejaron sin verla aquel día.



sábado, 26 de marzo de 2011

Never Give Up.

Fui a hacerme el primer tatuaje de los tres que tengo marcados en mi piel. Nunca rendirse, esa sería mi primer frase. Deseaba tanto que ella estuviese en ese momento conmigo, algo de ese tatuaje pertenecía a ella, nunca me iba a rendir a amarla. Pero seguramente, ella tendría algo mejor que hacer antes de verme, así que preferí siquiera contarselo. Llamé a dos amigas mías, que eran amigas suyas, también, para que me acompañasen, estaba totalmente petrificada por el miedo. Llegué al lugar donde acordamos encontrarnos, y apenas levanté la vista, estaba ella ahí. Todo era tan magnifico, era como algo soñado, un cuento de hadas. Mi boca no pudo contener formar una sonrisa, la felicidad me invadía, mi corazón palpitaba tan fuerte cómo podía. Realmente, sentía interesarle, por una sola vez en la vida. Las agujas empezaron a pintar mi piel, el sudor recorría mi frente, el dolor en ocasiones era demasiado fuerte, pero lo valía, ella estaba del otro lado de la ventana esperándome, sonriendome. Allí estaba, por fin en mi piel, Never Give Up.







viernes, 25 de marzo de 2011

The neverending story

Ya no genera más repertorio en mí, la historia sin fin llegó a su fin, creí que nunca acabaría, y menos por mi cuenta. Me niego a verla, a encontrarmela de casualidad, a escuchar su nombre, y sobre todo a volver a salvarla. No obstante, aunque haya sido la única persona que amé, fue la persona que más me desvalorizó. Nunca le interesó nada de mí, ni quién era, ni que hacía, ni cómo me sentía, era todo acerca de ella. About her, always. Incluso esto, pero ya no más, se cerró el capítulo de mi vida.









lunes, 21 de marzo de 2011

Llegó el día de su cumpleaños. 26 de enero, como muchos otros. Recuerdo haber estado peleada con ella días antes de su cumpleaños, siempre nos peleabamos para fechas importantes, era ya un tipo de nefasta costumbre, y tal como aquella nefasta costumbre, mi costumbre de seguir haciendo cosas por o para ella aunque todo decayera. Agarré telas, hilo y aguja, y un poco de relleno. Era mi primera vez haciendo todo eso, y ella era tan importante para mí.. Hice el corazón más grande y gordo que pude hacer en dos noches. Lo rellené cuánto pude, y le bordé un "Te amo!" en el medio de él. Llegó el 26 de enero, me preparé para ir a su casa, ¡cuánto miedo tenía! cada vez que iba a su casa el corazón me empezaba a palpitar de una forma inigualable, empezaba a sudar de una manera extrema, y mis pies se negaban a caminar. Pero allí estaba, en frente de las rejas verdes, esperaba no llevarme otro tipo de desilusión, pero así me la llevé. Estaba yo ahí, con un corazón gigante, haciendo el rídiculo, entre mis manos, pero ella no lo estaba, siquiera, para recibirlo.



sábado, 5 de marzo de 2011

Es una noche más, llena de magia blanca (II)

"Abrime la puerta" le dije a quién estaba encargado de hacerlo allí, con los ojos sumamente rojos y una poca corriente de aire en mi nariz; "¿pasó algo?" me cuestionó, como si realmente fuese a interesarle lo que habia transcurrido o como si yo realmente tuviese ganas de contarle a un desconocido todo aquel maldito suceso. Salí a la calle, no habia un sólo alma, claramente, eran las 3 de la mañana del reciente sábado. Me puse en el medio de la calle para tomar el taxi que me llevaria a mi casa, con aquel chofer que miraba cada tanto de reojo por el espejo retrovisor con un poco de miedo. Llegué y tomé mi libro: "Por mi te podés ir bien a la verga. Dejá de arruinarme la vida. Es todo lo que no me atrevo a decirte" - escribí con una letra sumamente inlegible, y me quedé dormida con este en mis manos. Cuando desperté los rumores comenzaban a correr de un lado al otro, y algo de ellos era sumamente cierto: me habia violentado con ella. Los más exagerados relatan acerca de que le rompí la nariz o incluso la boca, dejandosela sangrando; otros, los menos exagerados, dicen que sólo le pegué un saque, nada por qué alarmarse demasiado. Y muchos de nosotros, no recordamos ni un poco de aquel episodio.










-seguimiento de "se fueron con septiembre, tus ganas de mi"


sábado, 26 de febrero de 2011

Se fueron con septiembre, tus ganas de mí.

Cada vez que intentaba acercar mi boca a la de ella, me la sacaba sin ningún tipo de razón y/o explicación, o al menos, yo no recuerdo haber encontrado respuestas a mis preguntas esa noche. La magia blanca transcurría de vuelta en mis fosas nasales y el humo espeso no cesaba de mi boca. Supongo que mi pre-consciente decidió tomar cargo de la situación porque me ví obligada a incentivar a mis piernas a levantarse y luego dar pasos; mi cerebro activó sus dos cavidades neuronales para concluir a mi brazos; fui hasta donde estaba ella y la tomé del brazo con furia. Muchos quedaron mirando aquella situación, como si yo fuese para ella una loca desconocida en ese promiscuo entorno; la conocía más que nadie de todos los que permanecían allí, conocía todos sus secretos más escabrosos y hasta lo más profundo de su ser. La llevé y la puse contra una cercana pared, y le empecé a cuestionar toda esa estúpida farsa; supongo que habré estado un tanto violenta, ya que mi amiga que apareció de casualidad en aquel antro me tomó del brazo y de su boca exhaló un "bajá un cambio". No, no podía hacerlo (y menos que menos en aquel estado), hubiese deseado que ella, la culpable de todo mi sufrimiento "bajase un cambio" conmigo en lugar de tener como un títere decidiendo si las obras serían comedia o tragedia, durante un incesante y desgarrador año y medio. Al no obtener ni una sola respuesta de sus labios decidí retirarme con una rabia sumamente inmensa de ese lugar; tomé mi campera y atravesé tan rápido el lugar que quiénes venían atrás mío tratando de frenarme me perdieron de vista y no pudieron hacer nada al respecto.