lunes, 5 de abril de 2010

Me gustaban mucho su mirada porque me gustaban mucho sus ojos. Pero después de un tiempo su mirada se había puesto triste, y me dejaron de gustar. Sus ojos de brillo y color especial cambiaron por unos ojos llenos de lágrimas y sin vida. Al igual que su boca, me encantaba porque tenía una linda sonrisa, pero pronto comencé a notar que ya no sonreía más. Me gustaba su forma de ser porque era distinta a todas las demás aunque después de varios meses ella había dejado de ser quién era.