martes, 30 de marzo de 2010

Ella solía entender mi locura. Yo jamás pude comprender la de ella, sólo me limitaba a escuchar, y mirar. A secarle las lágrimas, y a sostenerla. Nunca pude entenderla, aunque traté con todas mis ansias. Era cómo explicarle química cuantica a un niño de 10 años. Sus frases repercutían por todo mi ser. Ella era un espacto estruendoso en mi cabeza. Un impacto de esos, como los sismos. Que violetan, destruyen, y preocupan. De esos que son dificiles volver a empezar. Eso era para mí.