sábado, 26 de marzo de 2011

Never Give Up.

Fui a hacerme el primer tatuaje de los tres que tengo marcados en mi piel. Nunca rendirse, esa sería mi primer frase. Deseaba tanto que ella estuviese en ese momento conmigo, algo de ese tatuaje pertenecía a ella, nunca me iba a rendir a amarla. Pero seguramente, ella tendría algo mejor que hacer antes de verme, así que preferí siquiera contarselo. Llamé a dos amigas mías, que eran amigas suyas, también, para que me acompañasen, estaba totalmente petrificada por el miedo. Llegué al lugar donde acordamos encontrarnos, y apenas levanté la vista, estaba ella ahí. Todo era tan magnifico, era como algo soñado, un cuento de hadas. Mi boca no pudo contener formar una sonrisa, la felicidad me invadía, mi corazón palpitaba tan fuerte cómo podía. Realmente, sentía interesarle, por una sola vez en la vida. Las agujas empezaron a pintar mi piel, el sudor recorría mi frente, el dolor en ocasiones era demasiado fuerte, pero lo valía, ella estaba del otro lado de la ventana esperándome, sonriendome. Allí estaba, por fin en mi piel, Never Give Up.