martes, 16 de noviembre de 2010

Siempre creí haberle desimportado lo suficiente, siempre lo demostró así, o al menos eso generó en mí. En cuanto pudo haberse contactado conmigo y entablar una relación (pero no de ese tipo de relación, sólo la de confidentes, nada más ni nada menos.) le hice una seguidilla de preguntas, de dudas que todo el tiempo habian estado torturando a mi ser, de esas que uno es incapaz de contestar. Le pregunté qué clase de recuerdos tenía sobre el pasado; claramente yo me acordaba cada uno de ellos, lo que me sorprendió fue que ella también lo hacía, incluso recordaba momentos que mi mente creía haber olvidado. Terminó esta seguidilla de recuerdos confesandome que habia sido su todo para ella, lo cual me impulsaba a crear más dudas. ¡¿Qué era yo en ese preciso momento para ella?! Acordamos encontrarnos para ir luego a Puerto Madero, nuestro lugar favorito, donde todas las dudas serían saldadas.