domingo, 9 de enero de 2011

Sin querer, marqué tu número otra vez.

Eran las 12 del mediodía de un caluroso miércoles, cuando tomé mi celular y noté que tenía un mensaje de texto. Seguramente iría a ser Claro, Movistar o Personal diciendome que me gané un auto pero que antes deberían quitarme todo el crédito para luego decirme que saldría sorteada en los sorteos que jamás hacen y nunca ganás. Pero no, no era Claro, ni Movistar, siquiera Personal. Un número que desconocía totalmente pero que no parecía desconocerme a mí: "Hoy me acordé de vos." -decía-

Lo había recibido a la 1 de la mañana de ese día, pero supongo que estuve demasiado metida en lo mío como para notarlo. Me atormentó todo el día aquel mensaje, hasta que decidí llamar al número. Las primeras tres veces nadie atendió, por supuesto. Marqué otra vez, con un número distinto al de mi celular; respondió: era su voz. Me quedé en silencio y no hice nada más que cortar. Supongo que mi cara fue demasiado notoria ya que las personas que me rodeaban me cuestionaron qué me sucedía. Me negué a llamarla de vuelta, no quería, no podía, temblaba por dentro. Malena, una de mis amigas, la llamó; claramente, la trató mal, cómo solía hacer con gente desconocida para ella, siempre tan simpática. Al cortar, Malena, me contó la charla, obviamente, por su amable forma de tratar a la gente (¿debo decir que estoy usando sarcasmo?) era ella- Cinco minuto luego llegó un mensaje al celular del que estábamos llamando: "Dejá de llamarme porque me molestás y no te conozco". Muy ella. Le conté lo sucedido y le pedí por favor que me dijese quién era, porque aunque yo creía saberlo, a veces la mente juega malas pasadas. Supongo que le molestó algo de aquel mensaje ya que su respuesta fue un "no me importa". Mi mente no paraba de pensar. Esa tarde fue tortuosa. Cuando llegué a mi casa, concluí a que, había sido ella la del mensaje. Casi medio año después, el gigante, volvió.


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