miércoles, 15 de diciembre de 2010

Damn cold night.

Fue una noche espléndida, pero terminamos con una pelea, como de costumbre. No me sorprendió aquello, en lo absoluto; todos los buenos momentos con ella terminaban así. Supongo que no sabía disfrutarlos, disfrutar de la felicidad. Lo que fue, extremadamente sorprendente para mí, fue que al volver de regreso, había dejado su orgullo de lado y estaba aferrada a mis brazos. Cada una siguió con destino a su casa luego de aquella noche. Eran las 7 de la mañana cuando en mi bolsillo sonó un mensaje: era ella, diciendome que le había encantado volver a verme y haber pasado la noche conmigo, acentuando además, que me quería, aunque con un dejo de interés (típico de ella). Fue una increíble noche helada, hasta ese entonces.


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